Hola,
Por estas fechas siempre suelo hacer un balance de cómo ha sido el curso. Si tuviera que resumirlo en una sola palabra, sin duda sería "agotador", o quizás "estresante" o puede que "exigente". Y todo por lo mismo, las medidas Covid. Y no le estoy quitando hierro a tener un primero de primaria con unos niños que llevaban 6 meses en casa y a los que hubo que hacer un periodo de adaptación en toda regla, que también tiene su miga. Pero tener que estar pendiente de las mascarillas, del gel hidroalcohólico, la distancia, de desinfectarlo todo cada poco, abrir y arrimar ventanas (que cerrar va a ser que no) ha sido súper estresante y agotador. Y además tenía que dar clase, con la mascarilla puesta y a veces con solo 5º centígrados en el aula y sin poder movernos, ni bailar, y teniendo que desgañitarme para cantar y no entender bien a los alumnos... ni ellos a mí.
Pero bueno, esta no es una entrada para quejarme, si no para darle a todo su justa importancia y darme cuenta de que lo he conseguido, o más bien lo hemos conseguido. El colegio ha funcionado súper bien, las familias han colaborado y han entendido las dificultades, ha habido mucha comunicación entre todos y creo que ha sido la clave del éxito. Y es una pena, pero las dificultades unen, sobre todo cuando te das cuenta que solo puedes contar con el que tienes al lado, porque los que "están por encima" no saben o no se dan por enterados de como van realmente las cosas. Y no quiero pensar en esos últimos porque en muchos casos empiezas a mirar para arriba y resulta que casi todos son unos mandados y hacen lo que pueden con lo que tienen y si tengo que seguir mirando hacia el cielo igual me da tortícolis.
Ya, estoy desvariando un poquito, ¿pero donde lo puedo hacer si no es en mi blog?
Estoy muy contenta, de que todo vaya mejor, pero también de haber podido con toda esta situación. No es un secreto para los que me conocen que me cuesta improvisar y adaptarme rápido a las circunstancias y a las sorpresas. Pero este año en el colegio he sabido hacerlo y creo que con nota. Que también he tenido momentos de agobio y sentimiento de derrota, pero cuando veo que mis niños que en septiembre no se acordaban de las vocales ni de los números más allá del 10, y ahora leen, comprenden, suman y restan e incluso algunos multiplican, que a ellos, que no les gustaba nada cantar y bailar a final de curso me piden que les ponga música... me lleno de orgullo, pero sobre todo de tranquilidad.
Llevo todo el curso con el lema "no llego, no llego, no llego." "Voy con retraso en la programación." Visto desde aquí tendría que haberla quemado, y hasta donde llegáramos, pero es una lección que no se me va a olvidar. He estado intentando tapar un agujero demasiado grande, los efectos de la pandemia y de las clases telemáticas durante cuatro meses del año pasado, y es que los problemas derivados de esta situación no se van a solucionar en un curso. Pero se ha pretendido que se hiciera, y para mí ha sido el error garrafal de la administración. (Y el mío por creérmelo)
Lo mejor del curso ha sido mi compañera Alicia, un sol de mujer que me ha acompañado en este curso en las malas y en las buenas, con ideas geniales, ganas de hacer cosas y de buscar la manera de sacar el curso adelante entre las dos.
Me voy con la conciencia tranquila, he dado lo mejor de mí en todo momento, he enseñado contenidos, pero también, y mucho más importante, he consolado a mis alumnos y los he acompañado en sus dificultades y problemas. Solo siento no haberlos abrazado más que con mis palabras y tener sonreírles solo con los ojos, pero es lo que nos ha tocado vivir.
El año que viene más de lo mismo, en otro cole, con otros niños, y con este virus que nos ha tocado, espero que mucho más controlado.
Un fuerte abrazo.
PD: El cerebro de un niño necesita 12 abrazos
diarios para crecer sano, así que si estás leyendo esto y tienes un niño
en casa, abrázalo por mí. 😏
